La nostalgia también es preciosa,
pero no lleva carmín en las noches de fiesta, ni huele a vainilla.
Cada noche se sienta al lado de mi cama y me llena de cenizas los cigarros.
Juega a huir de mi para que la acaricie. Se esconde en mi armario y me mira escribir hasta que me entra el sueño.
La dejo entrar en mi cama con la única condición de que se quede ami lado, abrazada a mi y me susurre aquellos momentos felices hasta quedarme dormida.
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