sábado, 18 de enero de 2014

Recuerdo aquella noche,



 la nieve cubriendo los árboles, los animales descansaban, se refugiaban dentro de las cuevas contando cuentos a la luz de la hoguera, pero eso nosotros nunca lo sabremos. No había nada mas que silencio y un blanco implacable que se extendía mas allá de nuestros ojos. Allí, osea, en ningún sitio, nos quedamos parados, y creímos que el frío se iba a hacer nuestro, o nosotros de él, no lo tengo claro.
De repente, como en una película barata de Holliwood (de esas que ves cuando no tienes con quien compartir manta) aparecieron un grupo de hombres, latinos, de sangre caliente a ayudarnos, y a dilatarme un poquito las pupilas. Eran trabajadores de un pequeño hotel de lujo. Conservaban un lindo acento de su tierra. Pobres luchadores o soñadores, lo que sea pero valientes. Nunca he sentido tanta admiración como sentí con ellos, con la bondad que reflejaban sus ojos. Nos ayudaron y les dimos las gracias.
Y eso fue todo, o quizás no. Me quede pensando en todo lo que el ser humano es capaz de hacer, quizás seamos buenos por naturaleza pero es la sociedad, la cultura occidental que nos ha hecho perder un poquito la cabeza, el marketing estúpido, el egocentrismo, las ansias de poder de cuatro indeseables que nos hacen creer que la ambición viene en nuestra condición, en nuestra genética.
He visto mucho odio, mucha indiferencia y he protagonizado muchísimas decepciones, pero sigo creyendo en contra de lo que dijo aquel hombre cuyo nombre no quiero acordarme "el hombre es el lobo del hombre", me niego a pensar que en aquellos corazones lejanos había algo mas que pureza y paz. Porque, como ya he escrito en entradas anteriores, nacimos de la naturaleza. Y la naturaleza es sabia y profundamente bonita, es imposible que la fealdad este dentro de nosotros. Viene de fuera, sí, tiene que ser eso.
Y, ¿sabeis? aunque me hagan daño nunca voy a dejar de querer, porque todos tenemos un árbol cuyas raíces se agarran al amor y a la fuerza de ser seres humanos.
Somos grandes, como hermanos, y algún día todos, nos daremos cuenta.