y recuerdo, como entre risas,
Me decías que eras como el fuego,
ardiente.
Ahora yo, que temo a la soledad,
sonámbula y no tan noctámbula
como la fobia al vacío del universo, que oscila y me fascina,
guardo en mi bolsillo, un pequeño dragón,
que escupe fuego con olor a tabaco.
Que me acerca y me aleja de ti, tan poco cuerdo como siempre.
El dragón , que está condenado a morir, abrasado por las cenizas y el tiempo,
vuela con recuerdos y nostalgia,
y con el breve soplo, de haber sido, algún día,
Nosotros.