domingo, 9 de junio de 2013

Es como el viento, meciendonos el alma.

Huele a libertad,  junto con un poquito de sal.
Huele al rugir de la bicicleta contra el tiempo y al cambio de marchas.
Huele al sol dorando nuestra espalda, a la brisa peinando nuestro cabello, y a la dulce armonía de nuestras ruedas, bailando con los pájaros mecidos por el viento. Al compás con la naturaleza, y al sonido de las gaviotas.
Huele a nuestro espirito soñador danzando en nuestro vientre, contando los días que pasan en nuestra piel adolescente, tan deseosa por vivir, con demasiados días por detrás, y una buena cantinela por delante.
Huele a nuestra inocencia, a nuestras sonrisas inquebrantables, jamás lastimadas.
 Es tan bonito y tan efímero.
Nuestros ojos pidiendo luz, y nuestra boca pidiendo saber más.
 Nuestras piernas, nunca quietas, y nuestras uñas, siempre pintadas.
Huele a nosotras, viviendo, creciendo y aprendiendo.
Huele a libertad, a mar y a nuestras ansias por soñar.

El mundo es pequeño, y en dos bocados, lo terminamos.